El barrio de Trafalgar, en el distrito de Chamberí, tiene desde hace un año un nuevo vecino que viene pegando fuerte en el panorama gastronómico de la capital. Si ya de por sí esta zona alberga cantidad de locales dedicados al buen yantar, con Fismuler tenemos un gastrobar más en la lista.
Nino Redruello y Patxi Zumárraga, que todo lo que tocan lo convierten en éxito, han hecho de este nuevo proyecto-restaurante un ‘must’ en Madrid. El bagaje y el reconocimiento de uno y otro en restaurantes del grupo La Ancha (La Gabinoteca, La Ancha, Las Tortillas de Gabino) o Tatel les avala.
El local, con interiorismo firmado por el estudio Arquitectura Invisible, con la colaboración de la arquitecta Alejandra Pombo es una verdadera pasada. Uno de los locales, junto con BiBo (aunque no tengan nada que ver), que más me ha llamado la atención en este último año. Tiene un aire industrial, algo «descuidado» y austero, sencillo y muy actual. Tiene dos salas principales donde puedes encontrar mesas para 2, pegadas a la pared, mesas grandes para grupos, alguna mesa con vistas a la cocina e incluso una mesa para 16 comensales en la que pueden sentarte sin reserva. Incluso tienen una pequeña sala apartada (el rincón escondido le llamo yo) en la que he tenido oportunidad de estar en una sorpresa que me dio mi mujer y se está también la mar de a gusto.
Desde la apertura del restaurante hace algo algo más de un año han ido ampliando la carta, que cambia casi cada día. En cada nueva visita me parece que gana en variedad, resultando siempre interesante, sin pretensiones y basada en el producto de mercado y donde lo que predomina es el sabor. Y es que en muchos de sus platos el hilo conductor entre el producto principal y su guarnición son sus fondos y jugos: riquísimos, de toma pan y moja.
Como he estado por allí en varias ocasiones no me puedo quedar con un único plato, aunque sí me han gustado siempre más los entrantes que los principales. He probado platos a priori tan sencillos como el de Ensalada de patata, cebolla asada y bonito al sarmiento con un sabor tan especial y tan rico que es imposible que te deje indiferente. Amén de sus navajas, especialmente las de ajada gallega, de las mejores que he probado nunca. O el Calamar con endibias, un ejemplo perfecto de como simplemente un buen producto, bien cocinado y con un buen fondo puede ser delicioso.
En mi visita más reciente no contaban exactamente con ninguno de estos entrantes pero sí con algunos otros tan interesantes como los Canapés de tartar de gambas, que son unos bocados deliciosos, la Tortilla de ortiguillas, el Arroz guisado de sepietas, alioli ajonegro, que son ambos puro sabor, o el que más me gustó, Celeri como pasta, pichón y cangrejos de río, un platazo, fresco, equilibrado y sabrosísimo.
Los principales de Fismuler destacan igualmente por el producto, en algunos casos cocinado a baja temperatura, acompañados de guarniciones y fondos que potencian su sabor. Un ejemplo de ello es su Pollo de caserío, patatas ratte y cebollas encurtidas, un plato redondo. El Pato a la Barberie con cebolletas a la brasa me encantó, y siendo gran aficionado a la lubina, su Lubina confitada es de otro mundo. Pero para mí, el ‘must’ es el Steak tartare de vaca con especias cajún. En su punto medio de picante es posiblemente el mejor que he probado.
De postre no podemos dejar de citar EL postre, su famosa Tarta de quesos, que está espectacular (os dejo el reto de que la probéis y acertéis los quesos que lleva). Para mí la mejor que he probado, sin duda alguna.
Ojo, porque hay unidades limitadas cada servicio, ¡si no estás avispado te puedes quedar sin ella!
Sobre el capítulo de bebidas no podemos decir otra cosa que es muy original. Su apuesta por el vino ecológico, de pequeños productores en formato copa es un acierto. Pero no menos interesantes son sus macerados propios y especialmente sus jarras de sangría, rebujito o limonada. En mi caso, he probado las de sangría y rebujito y estaban muy buenas, geniales para acompañar la comida.
La atención y el servicio son exquisitos desde el preciso momento que bajas la rampa de entrada y te acompañan hasta tu mesa. Como aperitivo te ofrecen una deliciosa mantequilla casera y una carne en salmuera muy sabrosa mientras decides qué comer. Es muy habitual ver a Nino tomar las comandas y preocuparse de que los clientes estén a gusto. Para mí es uno de esos aspectos extra que hacen de este sitio más especial si cabe.
Por si fuera poco, especialmente en fines de semana, el ambiente «after dinner» es increíble, con actuaciones en directo a partir de medianoche que hacen del ambiente de Fismuler y su concepto de restaurante una experiencia 10 que va más allá de simplemente sentarte a cenar.
Ticket medio: 35-50 euros.
%
COCINA
%
BODEGA
%
SERVICIO
%
Excelente artículo y recomendación! Tuve la oportunidad de ir hace pocos meses pero no pudo ser y me quedé con las ganas, pero espero corregir el «error» en breve, sobre todo sabiendo que voy a lo seguro con tus recomendaciones! Ya os contaré cuando vaya, estoy deseando hincarle el diente a esa tarta de queso y mira que no soy goloso xD
Nota: 10. Recomiendo la experiencia a todo el mundo
Sabores nuevos para los mas exigentes! excelente elaboración. Totalmente recomendable