El proyecto de Rubén Ortiz en pleno barrio de Chamberí nos permite disfrutar de una cocina de autor, fusión y donde los Gastrocolegas vamos a disfrutar tratando de averiguar y distinguir los distintos matices en cada plato.

“La cocina de ayer y de hoy”, su claim, expresa perfectamente la propuesta gastronómica de Rubén, basándose en la tradición y el dominio de las nuevas técnicas nos presenta los platos de siempre pero con su toque personal.

El local tiene dos zonas diferenciadas, una barra para el cañeo y el vinoteo, y un salón para el servicio de mesa donde Ángel Luis pilota la sala.

La carta no es muy extensa pero si da las suficientes opciones para todos los gustos. En los entrantes encontramos unas delicias de ScamorZa trufadas que son unas bases de patata tratadas con la forma del queso fresco típico de la cocina italiana.

Las croquetas de jamón ibérico de bellota tienen un buen tamaño y buen sabor, imprescindibles.

El pulpo con papas y salseado da para mojar el pan y está basado en un buen tratamiento al producto principal.

Sin duda, la preparación estrella de Sal Fumée es su Tartar de Vaca Vieja ligeramente ahumado con madera de barrica de Jack Daniels. No podéis visitar este Gastrobar sin pedir este plataZo. El chef sale de cocinas con su mesa portátil y se sitúa al lado de los comensales dando comienzo el show. Empieza con la mezcla de la carne con los diferentes ingredientes que trae preparados en distintos boles. Una vez ajusta el punto de picante con los comensales procede a incorporar las distintas flores con las que termina el plato explicando los sabores que aporta cada una al plato. Para terminar procede al ahumado y lo presenta en mesa.

No solo es lo bueno que está sino que tiene una presentación espectacular.

Por otro lado el laminado de presa ibérica 100% bellota, sandía asada, y una suave crema de queso consigue un plato donde la mezcla de los contrastes del dulce con el salado hace que uno más uno sean más que dos. Recomiendo comerlo a la vez.

El Cebiche de corvina con un toque de naranja amarga, gambones y flores de temporada quizás es el plato más flojo que probamos.

A los postres nos decantamos por su cheescake servida a su manera. Bocados individuales de tarta de queso terminados con una fresa y unas hojas de menta. 

Está claro que los postres son unos de los fuertes de la cocina del chef y encontramos opciones de chocolate, crema catalana y torrija pero todos, totalmente versionados y con su toque personal, sello de su cocina.

En la bodega se pueden encontrar grandes vinazos pero en este caso voy a recomendaros un albariño espectacular. Frailes do Mar, de Rias Baixas, de color amarillo limón pálido de tonos dorados y cristalinos. En nariz encontramos cítricos y fruta madura. Elegante y fresco en boca con un intenso retronasal.

El ticket medio por persona serían unos 35 euros. Podemos encontrar este Gastrobar con las promociones de El Tenedor.

Enjoy it!

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