El chef madrileño Víctor Membibre y su hermana Ángela son la tercera generación de la familia Membibre, aquella que dicen que siempre se carga el negocio familiar, pues os digo desde ya que no va a ser el caso.
Para mí este Gastrobar de Argüelles es especial ya que estudie BUP en el colegio La Salle San Rafael y he pasado tantas veces por delante del Restaurante Membibre que es casi como familiar. Sin embargo, la primera vez que comí en el restaurante fue algunos años después ya trabajando y aún tengo el grato recuerdo de un muy buen arroz. Me llevé la impresión de un sitio de cocina tradicional donde saben lo que hacen. Mis Gastrocolegas me conocen bien y saben que llevo tiempo con ganas de volver a este Gastrobar. Así que un menú mastercard priceless fue mi regalo de cumpleaños de este año, y qué mejor que con @borfdez para disfrutarlo.
La cocina del chef viene influenciada de su paso por el Zuberoa de Hilario Arbelaitz en Oyarzun, el Etxebarri de Bittor Arginzoniz en Axpe (Vizcaya) y L’Atelier de Joël Robuchon en París, casi nada… Todo esto unido a la tradición Membibre y a su propio toque personal, hace que su cocina sea toda una GastroeXperiencia para los sentidos.
Víctor, de mirada inquieta y alegre, ha sido finalista en el premio cocinero revelación 2018 anunciado en el congreso Madrid Fusión, y es que a su edad, veintitantos, va dar mucho que hablar en el panorama gastronómico madrileño. Sin duda, Membibre está de moda entre los Gastrocolegas. Por cierto, tuvimos el placer de coindidir con @dondisfrutón.
Fondos bien trabajados, un respeto por el producto principal para no robarle protagonismo, salsas muy finas, especiadas y elaboradas, son los detalles que te enamoran inmediatamente.
El equipazo
Angela Membibre, la encantadora hermana de Víctor, en sala y Daniel Teruel, El Sumiller con mayúsculas. Sólo hacen falta cinco minutos con Daniel para ver que es otro disfrutón sin remedio, le gusta lo que hace y se le nota.
El local no ha perdido el aire clásico de antaño, ni en la fachada ni en los interiores. Nada más entrar nos encontramos una barra y unas pocas mesas altas, al fondo tenemos una sala con un espacioso comedor.
En la carta podemos encontrar una cocina en miniatura ideal para compartir en la zona de barra. Además de poder pedir a la carta, tenemos un menú degustación por 73€ de ocho platos más unos petits fours que es un buen resumen de su cocina y es lo que recomiendo para una primera visita sin prisa. Nosotros veníamos con un menú mastercard priceless que es igual al de degustación con dos pases menos pero que para una cena está más que bien dimensionado.
Menú MasterCard priceless
Primera parte, Snacks, empezamos con una serie de bocados que tienen la misión de despertar nuestros sentidos y dejarlos preparados para lo que va a venir después. Los van variando, a nosotros nos pusieron una clásica tortilla, un espectacular mejillón y un bocado que sabía a mar.
La croqueta de jamón ibérico, merece destacarse. Si a un sitio se le midiera por sus croquetas, estaríamos en un máximo de puntuación.
El Mar
Segunda parte, el Mar, comenzamos con un Lorito marinado en aceite de oliva y lima, un sashimi sobre una base de hielo, bien presentado pero lo mejor su espectacular sabor.
El lorito (también llamado raor, roso, galán…) es un pescado rojo por fuera y blanco por dentro, muy difícil de encontrar y por tanto, muy cotizado. La textura de su carne está próxima al lenguado y con un sabor parecido al salmonete. Tal y como lo prepara el chef se puede apreciar en toda su potencia. Por cierto, la piel frita está espectacular.
Llega el turno para el Chili crab de txangurro a la donostiarra, nada más llegar a la mesa te lo comes con la vista, pero a cada cucharada aumenta el disfrute. Este plato importado de Singapur lleva el toque personal del chef.
El Platazo
Como si fuera una especie de escalada donde cada plato es mejor que el anterior, el menú llega a su punto máximo en el último pase de pescado. Este plato me puso los pelos de punta, una espectacular Merluza del cantábrico al vapor con mahonesa especiada. El producto en el centro y una salsa fina muy conseguida que se puede tomar hasta sola. Suerte de que el pan, como no podía ser de otra forma, está a la altura y permite limpiar el plato ;-).
En busca del blanco perfecto
Hasta aquí nos duró la botella del Viñas del Vero, blanco, Gewurztraminer (Somontano), hicimos caso al sumiller de no cambiar el vino del menú y menos mal porque disfrutamos de un vinazo. Se lo recomiendo a mi Gastrocolega @itorresano para que lo tenga en cuenta en su reto #enbuscadelblancoperfecto.
Tercera parte, y la Montaña, cambiamos de tercio con una Pluma ibérica con adobo indio a la brasa, maíz, y zanahoria baby, rico, rico, un fondo bien trabajado.
Que se nota cuando Higinio Gómez mima a un restaurante, y es que este Pichón Mont Royal madurado con wonton de sus interiores, es una verdadera delicia, productaZo de primera super bien tratado, es un plato a la vez delicado y con unos tonos que están muy arriba.
Esta tercera parte del menú la regamos con una botella de vino Tinto La Cabra, un rioja muy correcto que ya no nos pudimos terminar jeje
El postre, un Sorbete de manzana y calvados muy refrescante y una Tarta de queso, acompañada de un vino dulce.
Los Petits fours, otro detalle afrancesado que pone el broche final a esta Gastroexperiencia, muy top.
Enjoy it!
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COCINA
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BODEGA
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SERVICIO
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